Marcos 10

LO QUE DIOS UNIÓ, NO LO SEPARE EL HOMBRE (MT 19,1; 5,31; LC 16,18)

[1] Jesús dejó aquel lugar y se fue a los límites de Judea, al otro lado del Jordán. Otra vez las muchedumbres se congregaron a su alrededor, y de nuevo se puso a enseñarles, como hacía siempre. [2] En eso llegaron unos (fariseos que querían ponerle a prueba,) y le preguntaron: «¿Puede un marido despedir a su esposa?» [3] Les respondió: «¿Qué les ha ordenado Moisés?» [4] Contestaron: «Moisés ha permitido firmar un acta de separación y después divorciarse.» [5] Jesús les dijo: «Moisés, al escribir esta ley, tomó en cuenta lo tercos que eran ustedes. [6] Pero, al principio de la creación, Dios los hizo hombre y mujer; [7] y por eso dejará el hombre a su padre y a su madre para unirse con su esposa, [8] y serán los dos una sola carne. De manera que ya no son dos, sino uno solo. [9] Pues bien, lo que Dios ha unido, que el hombre no lo separe.» [10] Cuando ya estaban en casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre lo mismo, [11] y él les dijo: «El que se separa de su esposa y se casa con otra mujer, comete adulterio contra su esposa; [12] y si la esposa abandona a su marido para casarse con otro hombre, también ésta comete adulterio.

» DEJEN QUE LOS NIÑOS VENGAN A MÍ (MT 19,13; LC 18)

[13] Algunas personas le presentaban los niños para que los tocara, pero los discípulos les reprendían. [14] Jesús, al ver esto, se indignó y les dijo: «Dejen que los niños vengan a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. [15] En verdad les digo: quien no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él.» [16] Jesús tomaba a los niños en brazos e, imponiéndoles las manos, los bendecía.

JESÚS Y EL HOMBRE RICO (MT 19,16; LC 18,18)

[17] Jesús estaba a punto de partir, cuando un hombre corrió a su encuentro, se arrodilló delante de él y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para conseguir la vida eterna?» [18] Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino sólo Dios. [19] Ya conoces los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no digas cosas falsas de tu hermano, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre.» [20] El hombre le contestó: «Maestro, todo eso lo he practicado desde muy joven.» [21] Jesús fijó su mirada en él, le tomó cariño y le dijo: «Sólo te falta una cosa: vete, vende todo lo que tienes y reparte el dinero entre los pobres, y tendrás un tesoro en el Cielo. Después, ven y sígueme.» [22] Al oír esto se desanimó totalmente, pues era un hombre muy rico, y se fue triste.

MÁS FÁCILMENTE PASARÁ UN CAMELLO.

[23] Entonces Jesús paseó su mirada sobre sus discípulos y les dijo: «¡Qué difícilmente entrarán en el Reino de Dios los que tienen riquezas!» [24] Los discípulos se sorprendieron al oír estas palabras, pero Jesús insistió: «Hijos, ¡qué difícil es entrar en el Reino de Dios! [25] Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el Reino de Dios.» [26] Ellos se asombraron todavía más y comentaban: «Entonces, ¿quién podrá salvarse?» [27] Jesús los miró fijamente y les dijo: «Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para Dios todo es posible.

» LA RECOMPENSA PARA LOS QUE SIGUEN A JESÚS (MT 19,27; LC 18,28) [28] Entonces Pedro le dijo: «Nosotros lo hemos dejado todo para seguirte.» [29] Y Jesús contestó: «En verdad les digo: Ninguno que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o campos por mi causa y por el Evangelio quedará sin recompensa. [30] Pues, aun con persecuciones, recibirá cien veces más en la presente vida en casas, hermanos, hermanas, hijos y campos, y en el mundo venidero la vida eterna. [31] Entonces muchos que ahora son primeros serán últimos, y los que son ahora últimos serán primeros.

» POR TERCERA VEZ JESÚS ANUNCIA SU PASIÓN (MT 20,17; LC 18,31) [32] Continuaron el camino subiendo a Jerusalén, y Jesús marchaba delante de ellos. Los discípulos estaban desconcertados, y los demás que lo seguían tenían miedo. Otra vez Jesús reunió a los Doce para decirles lo que le iba a pasar: [33] «Estamos subiendo a Jerusalén y el Hijo del Hombre va a ser entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la Ley; lo condenarán a muerte y lo entregarán a los extranjeros, [34] que se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán. Pero tres días después resucitará.

» SANTIAGO Y JUAN PIDEN LOS PRIMEROS PUESTOS (MT 20,20; LC 22,24) [35] Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: «Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir.» [36] El les dijo: «¿Qué quieren de mí?» [37] Respondieron: «Concédenos que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda cuando estés en tu gloria.» [38] Jesús les dijo: «Ustedes no saben lo que piden. ¿Pueden beber la copa que yo estoy bebiendo o ser bautizados como yo soy bautizado?» [39] Ellos contestaron: «Sí, podemos.» Jesús les dijo: «Pues bien, la copa que yo bebo, la beberán también ustedes, y serán bautizados con el mismo bautismo que yo estoy recibiendo; [40] pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde a mí el concederlo; eso ha sido preparado para otros.» [41] Cuando los otros diez oyeron esto, se enojaron con Santiago y Juan. [42] Jesús los llamó y les dijo: «Como ustedes saben, los que se consideran jefes de las naciones actúan como dictadores, y los que ocupan cargos abusan de su autoridad. [43] Pero no será así entre ustedes. Por el contrario, el que quiera ser el más importante entre ustedes, debe hacerse el servidor de todos, [44] y el que quiera ser el primero, se hará esclavo de todos. [45] Sepan que el Hijo del Hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida como rescate por una muchedumbre.

» EL CIEGO DE JERICÓ (MT 20,29; LC 18,35) [46] Llegaron a Jericó. Al salir Jesús de allí con sus discípulos y con bastante más gente, un limosnero ciego se encontraba a la orilla del camino. Se llamaba Bartimeo (hijo de Timeo). [47] Al enterarse de que era Jesús de Nazaret el que pasaba, empezó a gritar: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!» [48] Varias personas trataban de hacerlo callar. Pero él gritaba con más fuerza: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!» [49] Jesús se detuvo y dijo: «Llámenlo.» Llamaron, pues, al ciego diciéndole: «Vamos, levántate, que te está llamando.» [50] Y él, arrojando su manto, se puso en pie de un salto y se acercó a Jesús. [51] Jesús le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?» El ciego respondió: «Maestro, que vea.» [52] Entonces Jesús le dijo: «Puedes irte; tu fe te ha salvado.» Y al instante pudo ver y siguió a Jesús por el camino.

EL MATRIMONIO

[1] Ver com. de Mt 18,6.¿Puede el marido despedir? Mateo, ciertamente, es más preciso cuando agrega: "por cualquier motivo", pues todos estaban de acuerdo que se podía despedir a su mujer, pero se discutían las razones que justificaban un divorcio. Marcos va derechamente al objetivo: el matrimonio es un compromiso irreversible. Jesús se define con toda claridad -y ese es uno de los puntos en el que choca con todo el mundo, incluidos los discípulos- respecto del divorcio, a pesar de que es una práctica común, y que la misma Biblia lo reconoce. Jesús invoca otra ley de Dios, al principio. Al principio, es decir, en el relato del Paraíso terrenal. Pero no olvidemos que, en la cultura antigua, el principio era una edad de oro en la que Dios había establecido las instituciones ideales. Es pues evidente que si los autores del Antiguo Testamento autorizaron el divorcio, fue porque las leyes de una sociedad, incluso las del pueblo de Dios, reflejan el nivel de conciencia moral de una época. Jesús opone pues el ideal con la práctica. Sin embargo, ese ideal no es alguna cosa que basta con admirarla. Allí donde el Génesis decía: serán una sola carne, Jesús agrega: ya no son dos sino uno solo. Eso quiere decir que ante cualquier discusión se impone la unidad de la pareja. Sin duda tendremos que recordar que se toman las cosas al revés cuando se considera el matrimonio y el amor humano como las consecuencias de un primer hecho que sería la sexualidad. Lo que está primero, en el plan de Dios sobre el universo, es la unión del Hijo de Dios hecho hombre y de la humanidad salvada por él. Allí está la complementariedad y la alianza en la ternura y en la fidelidad. Y allí está el modelo de la pareja. Todo el pasado biológico que ha preparado a los sexos, toda la evolución humana que ha hecho que madure la pareja, vienen sólo como consecuencias: no son más que reflejos del proyecto eterno de Dios en la creación y en la historia. Las palabras de Jesús no tienen escapatoria. Fueron pronunciadas frente a una práctica del matrimonio aceptada universalmente; y tienen plena vigencia actualmente frente a la práctica tan difundida de "no casarse". En toda la Biblia, amor y fidelidad van juntos, y cuando el Evangelio habla de perderse a sí mismo como condición para encontrarse, eso también vale para la pareja. Y si uno de los esposos traiciona al otro? Aquí entramos en el terreno de las decisiones humanas en que cada uno debe resolver su propio caso, y lo resuelve de acuerdo a lo que ya le ha sido revelado de la vocación cristiana. No se puede condenar a los demás, pero Jesús desautoriza totalmente a los que pretenden tranquilizar la conciencia de los divorciados, como si no hubieran atentado a su vocación cristiana.


[13] Jesús, a pesar de no tener hijos propios, abre a todos las riquezas de su corazón. Se maravilla del misterio de una vida que empieza llena de esperanzas y descubre la semejanza con el Padre en esos niños desconocidos. Jesús, que nos llama a esperar, ¿cómo podría olvidar que los niños también son nuestra esperanza? Quien no reciba el Reino de Dios como un niño. Para entrar al Reino de Dios hay que volver a ser como niños. Hay que olvidar la propia sabiduría y la amargura de las experiencias pasadas, y ser capaz de recibir agradecido los dones de Dios y sus palabras siempre nuevas.


[17] La influencia de Jesús no se debía tanto a la novedad de su enseñanza como al misterioso poder de atracción que irradiaba de toda su persona. Muchos hombres honrados y religiosos descubrían de repente, al encontrarlo, lo que significa ser perfecto. El que se va a Jesús es un joven según Mateo (19,18); Lucas lo llama un hombre importante (18,18).Este hombre pregunta a Jesús por el camino que conduce a la vida eterna; pero Jesús no tiene ningún mandamiento nuevo que enseñar. El Antiguo Testamento ya dijo cuáles son nuestros deberes y cómo ganar la vida observando los mandamientos de la justicia y de la misericordia. Entonces Jesús le propone que siga, a partir de ese momento, otro camino; que adopte otra manera de ser más libre, haciéndose seguidor e imitador suyo. Vende todo lo que tienes. La felicidad no consiste en dejarlo todo, sino en hacerse libre de todo para entregarse a Cristo.



[23] Jesús no dice que el rico no se salvará, sino que no entrará en el Reino de Dios, que consiste en compartir desde ahora las inquietudes, la alegría y la libertad de Cristo. En el Antiguo Testamento nunca se condenó la riqueza, con tal de que se compartiera. Más bien era considerada como la prueba de que alguien sabía dirigir su vida y que Dios lo bendecía. Mientras uno no sepa o no pueda librarse de las apremiantes condiciones materiales y no logre estar desprendido de algún modo de los bienes de este mundo, le falta algo a su estatura humana. Aquí Jesús se dirige a los que ya tienen «el ser y el tener», y les habla del desprendimiento como de una condición para entrar en el Reino: eso es experimentar la presencia de Dios ya en la presente vida. Pero ¿a qué ricos se refiere Jesús? ¿No está hablando a todos los que no saben compartir lo poco o mucho que tienen? Está permitido pensarlo, pero aquí Jesús no está condenando al que obra mal, ni distingue entre buenos y malos ricos. Sólo afirma que el hecho de ser rico, en el sentido común de la palabra, (Jesús dice: el que tiene riquezas) impide experimentar el Reino de Dios desde el interior. Y con esto no nos permite felicitar sin más a los ricos con tal de que sean «espiritualmente pobres».Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja. Se han imaginado al respecto toda clase de interpretaciones para debilitar esta palabra de Jesús: que el camello sólo sería un hilo de camello; que el ojo de la aguja designaría una puerta muy baja por donde los camellos cargados pasaban a duras penas..., etc. etc. Todo con el único objetivo de rectificar la palabra categórica de Jesús. Nos hubiera gustado más que hubiera dicho: «es difícil, incluso, es muy difícil que un rico entre en el Reino de Dios, pero no imposible».Dejemos de lado todas esas interpretaciones fantasiosas y escuchemos el Evangelio; a los apóstoles que entendieron bien la comparación, Jesús simplemente les dice: es imposible. Pero inmediatamente Jesús se dirige tanto al rico como al que lo juzga: recuerda la distancia infinita que separa al hombre pecador de la santidad de Dios, pero también el amor infinito del Padre que realiza lo imposible por nosotros. Dios salva a los hombres, incluyendo a los ricos, pero quitándoles cualquier beneficio y falsa seguridad que pudiera darles su riqueza. Si bien es cierto que la riqueza nos deja a la puerta del Reino, no es haciendo mortificaciones, menos aún condenando a los ricos, como entraremos nosotros. Sea cual fuere el valor de la verdadera pobreza, Jesús nos recuerda que nuestra salvación es obra de Dios y sólo de él. Ninguno que haya dejado casa... (29). Jesús no habla solamente de premio en la otra vida sino que ya en esta vida los que se sacrifican por el Reino encontrarán amistad, alegría y una plenitud humana que nunca habrían podido imaginar. Esta palabra de Jesús, que encontramos también en Mateo y Lucas, tiene aquí un agregado importante: con persecuciones, lo que expresa sencillamente la experiencia de las primeras comunidades cristianas. Las persecuciones ya habían empezado a golpear a la Iglesia: el año 34, 41, 43 y 62 en Jerusalén y el 64 en Roma con Nerón. Los cristianos experimentaron, durante esas persecuciones, que los lazos que los unían eran a veces más profundos que los lazos familiares. Jesús, pues, no habla sólo de recompensa en la otra vida. Ya en este mundo, en medio de las persecuciones, los que se sacrifican por el reino encontrarán amistad, alegría, y una plenitud humana que nunca se habrían imaginado.



[35] Jesús se siente lleno de valor y camina delante de todos para ir a Jerusalén, donde lo espera el suplicio. Al mismo tiempo trata de convencer a los suyos de que no pueden esperar un éxito. Tal vez condenamos la petición de Santiago y Juan, pero ¿no tenemos que admirar su fidelidad?


LOS JEFES - SERVIR

¿Cómo debe ser un jefe? ¿Cómo se portan los jefes: el jefe de equipo, el jefe de familia? Los jefes de estado pasan sonriendo a la multitud y delante de las cámaras abrazan al niño que les rindió homenaje; pero, ¿quién sirve y quién se hace servir? Jesús ha venido a servir, y su servicio a la humanidad será su muerte voluntaria: «Se hizo obediente, tomó la condición de esclavo y murió en una cruz» (Fil 2,9).Beber la copa y bautizarse son expresiones que indican, en forma figurada, los sufrimientos y la muerte de Jesús. A continuación ponemos un breve poema de Lao-Tseu, un sabio chino muy antiguo, referente al mismo tema: «¿Qué han hecho el río y el mar para ser reyes en los cien valles? Se han puesto debajo de ellos y por eso reinan en los cien valles. Si el santo quiere estar encima del pueblo, que sepa primero hablar con humildad. Si quiere encabezar al pueblo, que se ponga en el último lugar. Así está el santo encima del pueblo y no le parece pesado, dirige al pueblo y no hace sufrir al pueblo. Con gusto lo ponen a la cabeza y no se cansan de él. Como no rivaliza con nadie, nadie puede rivalizar con él.»



[46] Dios es quien nos mueve a pedir. El ciego comprendió que si dejaba pasar esta oportunidad ya no se presentaría otra, y por esto gritaba más fuerte mientras la gente trataba de hacerlo callar. Marcos lo presenta como el modelo del verdadero discípulo, pues, a diferencia del otro que buscaba la luz y se dio vuelta al ver el camino (10,22), Bartimeo pidió ver y, en cuanto Dios le dio la luz, siguió a Jesús. La multitud no comprendió ni el desamparo del ciego ni su llamado y su fe, pero se da vuelta sin hacer problemas para dar gusto al que está adelante. Bartimeo, en cambio, sabe perseverar. Hijo de David: éste era uno de los títulos con que se designaba al Mesías.

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