Marcos 13


JESÚS HABLA DE LA DESTRUCCIÓN DE JERUSALÉN Y DEL FIN DEL MUNDO (MT 24,1; LC 21,5; 19,41; 17,23)
[1] Cuando Jesús salió del Templo, uno de sus discípulos le dijo: «Maestro, mira qué inmensas piedras y qué construcciones.» [2] Jesús le respondió: «¿Ves esas grandiosas construcciones? Pues no quedará de ellas piedra sobre piedra. Todo será destruido.» [3] Poco después Jesús se sentó en el monte de los Olivos, frente al Templo, y entonces Pedro, Santiago, Juan y Andrés le preguntaron en privado: [4] «Dinos cuándo sucederá eso y qué señales habrá antes de que ocurran todas esas cosas.» [5] Y Jesús empezó a decirles: «Estén sobre aviso y no se dejen engañar. [6] Porque muchos reivindicarán lo que es mío, y dirán: «Yo soy el que están esperando», y engañarán a muchos. [7] Cuando oigan hablar de guerras y de rumores de guerra, no se alarmen, porque eso tiene que pasar, pero todavía no será el fin. [8] Habrá conflictos: nación contra nación, y reino contra reino. Habrá terremotos y hambre en diversos lugares. Estos serán los primeros dolores del parto. [9] Pero ustedes preocúpense de sí mismos, porque van a ser apresados y entregados a los tribunales judíos, serán azotados en las sinagogas y tendrán que presentarse ante los gobernadores y reyes por mi causa, para ser mis testigos ante ellos. [10] Porque primero el Evangelio tiene que ser proclamado en todas las naciones. [11] Cuando sean arrestados y los entreguen a los tribunales, no se preocupen por lo que van a decir, sino digan lo que se les inspire en ese momento; porque no serán ustedes los que hablarán, sino el Espíritu Santo. [12] El hermano entregará a la muerte al hermano y el padre al hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y les darán muerte. [13] Y serán odiados por todos a causa de mi nombre. Pero el que se mantenga firme hasta el fin se salvará. [14] Cuando vean al ídolo del opresor instalado en el lugar donde no debe estar (el que lea, que entienda bien), entonces los que estén en Judea huyan a los cerros. [15] Si estás en la parte superior de la casa, no bajes a recoger tus cosas. [16] Si estás en el campo, no vuelvas a buscar tus ropas. [17] ¡Pobres de las mujeres que estén embarazadas o estén criando en aquellos días! [18] Oren para que esto no suceda en invierno. [19] Porque en aquellos días habrá tal angustia como no hubo otra igual desde el principio de la creación hasta los días presentes, ni la habrá en el futuro. [20] Tanto que si el Señor no acortara esos días, nadie se salvaría. Pero él ha decidido acortar esos días en consideración a sus elegidos. [21] Si alguien entonces les dice: Mira, el Cristo está aquí o está allá, no lo crean. [22] Aparecerán falsos mesías y falsos profetas, que harán señales y prodigios capaces de engañar incluso a los elegidos, si esto fuera posible. [23] Estén alerta, yo se lo he advertido todo. VENIDA DEL HIJO DEL HOMBRE (MT 24,29; LC 21,25) [24] Después de esa angustia llegarán otros días; entonces el sol dejará de alumbrar, la luna perderá su brillo, [25] las estrellas caerán del cielo y el universo entero se conmoverá. [26] Y verán venir al Hijo del Hombre en medio de las nubes con gran poder y gloria. [27] Enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro puntos cardinales, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo. [28] Aprendan de este ejemplo de la higuera: cuando sus ramas están tiernas y le brotan las hojas, saben que el verano está cerca. [29] Así también ustedes, cuando vean que suceden estas cosas, sepan que todo se acerca, que ya está a las puertas. [30] En verdad les digo que no pasará esta generación sin que ocurra todo eso. [31] El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. [32] Por lo que se refiere a ese Día y cuando vendrá, no lo sabe nadie, ni los ángeles en el Cielo, ni el Hijo, sino solamente el Padre. (Mt 24,42; 25,13; Lc 12,32; 21,34) [33] Estén preparados y vigilando, porque no saben cuándo llegará ese momento. [34] Cuando un hombre va al extranjero y deja su casa, entrega responsabilidades a sus sirvientes, cada cual recibe su tarea, y al portero le exige que esté vigilante. [35] Lo mismo ustedes: estén vigilantes, porque no saben cuándo regresará el dueño de casa, si al atardecer, a medianoche, al canto del gallo o de madrugada; [36] no sea que llegue de repente y los encuentre dormidos. [37] Lo que les digo a ustedes se lo digo a todos: Estén despiertos.»









FIN DEL MUNDO

[1] Algunos profetas habían hablado en forma bastante oscura de la crisis con que se iniciaría el Reino universal de Dios. Veían a todas las naciones de la tierra unidas en un mismo esfuerzo para destruir a la Ciudad Santa, Jerusalén; pero en el momento más desesperado Dios intervendría en forma triunfal para instaurar su Reino (Is 66,18; Ez 38; Jl 4; Za 14).Por esta razón, cuando Jesús habla de la destrucción del Templo, los apóstoles piensan en el fin de la historia. La respuesta de Jesús es clara: se acerca la tragedia que culminará con la destrucción de Jerusalén, pero ése no será el fin de la historia.El presente discurso contiene advertencias de Jesús referentes a esa destrucción de la nación judía, que debía producirse treinta años después. Dichas advertencias aclaran también la actitud que nos conviene adoptar hoy frente a los conflictos que acontecen por todo el mundo.Cuando oigan hablar de guerras (7). No es que Dios abandone el mundo a las fuerzas del mal; más bien se trata de un parto (v. 8) y no de un abandono. La humanidad va madurando y los pueblos se enfrentan con los problemas, cada vez más complejos, de su desarrollo y convivencia mutua. La crisis que sufrió la nación judía en tiempo de Jesús, se parece a otras por las que también pasaron las demás civilizaciones: algo muere y algo nace.Los hombres, desconcertados, se dejan engañar por las propagandas, y el miedo los vuelve ciegos. Por eso persiguen a quienes no comparten su fanatismo, y en especial a los verdaderos creyentes. En tales circunstancias Jesús pide a sus seguidores que den testimonio de él (v. 9), único Salvador, y que proclamen las exigencias del Evangelio tanto para los individuos como para las sociedades.Treinta años después de Jesús, los judíos se sublevaron contra el opresor (v. 14) romano. Los ejércitos romanos se reorganizaron después de sus primeros reveses, y sus banderas, en las que figuraban sus ídolos, se acercaron a la ciudad santa. Entonces no faltaron los mesías (v. 22), o sea, los que se atribuían la misión de salvar al pueblo de Dios, y que arrastraron tras sí numerosos partidarios.Los judíos más fanáticos se encerraron en la ciudad de Jerusalén, esperando una intervención de Dios. Pero su desunión llegó hasta tal punto que se mataban unos a otros. Los que huían de la ciudad, asolada por el hambre, eran detenidos por los romanos y crucificados frente a las murallas. Y al final, cuando entraron los romanos, quemando el Templo y los palacios, todos los que no fueron degollados, hombres, mujeres y niños, fueron llevados a Roma como esclavos.Después de esa angustia... (24). Después de anunciar el fin del mundo judío, Jesús pronuncia algunas palabras referentes a otro acontecimiento de mayor amplitud: el fin del mundo presente, o mejor dicho, su transformación.El sol dejará de alumbrar, la luna perderá su brillo. Son figuras tomadas de Is 13,10 y 34,4, que expresan el desconcierto, el susto y la descomposición de los hombres y del universo ante la majestad del Juez supremo.Enviará a los ángeles (27). Es otra figura común en los libros judíos que hablaban del juicio de Dios. Asimismo, la trompeta de que se habla en Mt 24,31 y 1 Tes 4,16. Todo esto no se puede tomar al pie de la letra.





[28] Aprendan de este ejemplo. Jesús retoma el discurso de la destrucción de Jerusalén.





[32] Con este párrafo volvemos al fin de la historia. El día es el del juicio, llamado «Día de Yavé» en los Profetas (Amós 5,18; Sof 1,15).Cuándo será la hora, no lo sabe nadie. Jesús lo dice con toda claridad. No obstante eso, siempre ha habido gente que ha creído saber lo que los ángeles ignoran: veinte veces en cada siglo han anunciado el inminente fin del mundo (2 Tes 2).Ni el Hijo, sino solamente el Padre. Hay quienes se inquietan: ¿No significará esto que el Hijo no es Dios como el Padre? Deben recordar que cuando Jesús habla del Hijo y del Padre, habla de sí mismo, con su naturaleza humana y su conciencia humana, frente al Padre Dios. En la mente humana de Jesús no cabe la ciencia infinita que está en Dios (ver comentario de Lc 3,21 y Mc 6,1). El Espíritu de Dios puede comunicar algunas luces proféticas, pero no va a decirle, por ejemplo: El fin del mundo ocurrirá el 12 de julio del año 2977. Pues el tiempo no corre igual para Dios que para nosotros. Dios conoce la hora en la eternidad, pero esto no implica que le corresponda una fecha determinada en nuestro tiempo. La fecha no está fijada, sino que depende de cómo nosotros haremos madurar el Reino de Dios con nuestros esfuerzos y nuestras oraciones.





[33] Este párrafo es como un resumen de la parábola de los Talentos (Mt 25,1) y de la de las Diez Muchachas (Mt 25,14). Nos advierte que debemos esperar al Señor haciendo el trabajo que nos ha sido encomendado. El portero representa a los responsables de la Iglesia.





COMO VIENE CRISTO.





EL COMPROMISO CRISTIANO

Jesús nos invita en varios lugares del Evangelio a que permanezcamos despiertos esperando su venida. ¿Cómo será su venida? ¿Cómo vendrá a nosotros, si nuestra suerte es morir antes del día de su venida gloriosa?Antes de encontrarnos con el Señor en el momento de la muerte, Jesús habrá venido a nosotros de mil maneras mientras lo esperemos, cumpliendo nuestro tarea (v. 34).Un aspecto de nuestra tarea, o sea, nuestro compromiso con Cristo es el compromiso con la comunidad cristiana, es decir, nuestra participación en la oración común, en la eucaristía, en la catequesis y otras cosas por el estilo. Y mientras trabajamos en estas obras, se dan para nosotros, no sólo una venida de Cristo, sino muchas. Presenciamos su venida en este o aquel hermano que se abre a la fe; viene a nosotros dándonos fuerza y sabiduría; viene en la oración, dándonos la certeza íntima de su presencia.Pero también viene Cristo en la vida diaria. Los profetas veían la venida del Señor en los acontecimientos que ocurrían, bien fuera crisis o renovación. A veces viene con su resurrección a través de los hechos felices que traen vida y alegría, o más justicia y esperanza para los pobres. Otras veces viene con su pasión y su muerte. Y precisamente porque viene en la historia diaria, debemos estar al servicio del mundo. Para los laicos, la mayor parte de sus compromisos con Cristo no están dentro del ámbito eclesiástico, sino en las tareas del mundo, del hogar cristiano, cuando participan en obras comunitarias o en contiendas políticas. Ahí es donde deben trabajar cada cual en su puesto y estar despiertos.Despiertos para no desanimarse, para resistir a la corrupción del ambiente y a las sugerencias del espíritu malo. Despiertos también para seguir esperando a Cristo, pues muchos han empezado con generosidad, tomando compromisos para bien de los demás, pero, al no tener los ojos puestos constantemente en su Señor, pierden de vista la meta y se reducen a ser tan sólo administradores o activistas. Están comprometidos con obras y movimientos, pero no con el Señor mismo. De ahí que su vida esté llena de contradicciones. Durante algún tiempo hacen maravillas, y de repente fallan; hacen cosas útiles, pero no advierten la hora en que deberían dejarlas para seguir otro camino; realizan su propia obra, pero no dejan que Cristo se adueñe de su mente, de su corazón, de su vida entera.No sucede así con los que están despiertos: por medio de ellos Cristo viene a los hombres.

6/29/09

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