Hechos 20, 1 - 38

PABLO VUELVE A MACEDONIA

[1] Cuando se calmó el tumulto, Pablo mandó llamar a sus discípulos para animarlos. Se despidió de ellos y se fue a Macedonia. [2] Después de recorrer aquellas regiones, en las que multiplicó sus predicaciones para confortar a los discípulos, llegó a Grecia. [3] Pasó allí tres meses y luego pensó en volver a Siria por barco. Pero supo que los judíos tramaban algo contra él, y decidió regresar por Macedonia. [4] Al marcharse de Asia, se fueron también con él: Sópatros, hijo de Pirro, de Berea; Aristarco y Segundo, de Tesalónica; Gayo, de Derbe, y Timoteo; Tíquico y Trófimo, de Asia. [5] Todos estos se fueron por delante y nos esperaron en Tróade. [6] Nosotros nos embarcamos en Filipos apenas terminaron las fiestas de los Panes Azimos. Cinco días después nos reunimos con ellos en Tróade, donde nos detuvimos siete días.

LA EUCARISTÍA DE UN DOMINGO EN TRÓADE [7] El primer día de la semana estábamos reunidos para la fracción del pan, y Pablo, que debía irse al día siguiente, comenzó a conversar con ellos. Pero su discurso se alargó hasta la medianoche. [8] Había bastantes lámparas encendidas en la pieza del piso superior donde estábamos reunidos. [9] Un joven, llamado Eutico, estaba sentado en el borde de la ventana, y como Pablo no terminaba de hablar, el sueño acabó por vencerle. Se durmió y se cayó desde el tercer piso al suelo. Lo recogieron muerto. [10] Pablo, entonces, bajó, se inclinó sobre él, y después de tomarlo en sus brazos, dijo: «No se alarmen, pues su alma está en él.» [11] Subió de nuevo, partió el pan y comió. Luego siguió conversando con ellos hasta el amanecer, y se fue. [12] En cuanto al joven, lo trajeron vivo, lo que fue para todos un gran consuelo. [13] Nosotros tomamos el barco para Aso; debíamos llegar antes que Pablo y recogerlo allí, pues se había decidido que él haría el viaje por tierra. [14] Efectivamente nos encontró en Aso. Subió a la nave con nosotros y llegamos a Mitilene. [15] Al día siguiente zarpamos y llegamos a Quíos. Al otro día llegamos a Samos y un día después a Mileto, con una escala en Trogilón. [16] Pablo había decidido no hacer escala en Efeso ni demorarse más en Asia, pues, de ser posible, quería estar en Jerusalén para el día de Pentecostés.

EN MILETO, ÚLTIMAS CONSIGNAS DE PABLO A LOS PRESBÍTEROS [17] Debido a eso, desde Mileto Pablo envió un mensaje a Efeso para convocar a los presbíteros de la Iglesia. [18] Cuando ya estuvieron a su lado, les dijo: «Ustedes han sido testigos de mi forma de actuar durante todo el tiempo que he pasado entre ustedes, desde el primer día que llegué a Asia. [19] He servido al Señor con toda humildad, entre las lágrimas y las pruebas que me causaron las trampas de los judíos. [20] Saben que nunca me eché atrás cuando algo podía ser útil para ustedes. Les prediqué y enseñé en público y en las casas, [21] exhortando con insistencia tanto a judíos como a griegos a la conversión a Dios y a la fe en Jesús, nuestro Señor. [22] Ahora voy a Jerusalén, atado por el Espíritu sin saber lo que allí me sucederá; [23] solamente que en cada ciudad el Espíritu Santo me advierte que me esperan prisiones y pruebas. [24] Pero ya no me preocupo por mi vida, con tal de que pueda terminar mi carrera y llevar a cabo la misión que he recibido del Señor Jesús: anunciar la Buena Noticia de la gracia de Dios. [25] Ahora sé que ya no me volverán a ver todos ustedes, entre quienes pasé predicando el Reino. [26] Por eso hoy les quiero declarar que no me siento culpable si ustedes se pierden, [27] pues nunca ahorré esfuerzos para anunciarles plenamente la voluntad de Dios. [28] Cuiden de sí mismos y de todo el rebaño en el que el Espíritu Santo les ha puesto como obispos (o sea, supervisores): pastoreen la Iglesia del Señor, que él adquirió con su propia sangre. [29] Sé que después de mi partida se introducirán entre ustedes lobos voraces que no perdonarán al rebaño. [30] De entre ustedes mismos surgirán hombres que enseñarán doctrinas falsas e intentarán arrastrar a los discípulos tras sí. [31] Estén, pues, atentos, y recuerden que durante tres años no he dejado de aconsejar a cada uno de ustedes noche y día, incluso entre lágrimas. [32] Ahora los encomiendo a Dios y a su Palabra portadora de su gracia, que tiene eficacia para edificar sus personas y entregarles la herencia junto a todos los santos. [33] De nadie he codiciado plata, oro o vestidos. [34] Miren mis manos: con ellas he conseguido lo necesario para mí y para mis compañeros, como ustedes bien saben. [35] Con este ejemplo les he enseñado claramente que deben trabajar duro para ayudar a los débiles. Recuerden las palabras del Señor Jesús: «Hay mayor felicidad en dar que en recibir.» [36] Dicho esto, Pablo se arrodilló con ellos y oró. [37] Entonces empezaron todos a llorar y le besaban abrazados a su cuello. [38] Todos estaban muy afligidos porque les había dicho que no le volverían a ver. Después lo acompañaron hasta el barco.



[1] Pablo se quedó dos años y medio en Efeso, y algunos detalles de sus cartas nos hacen ver que el relato de Lucas es muy incompleto, pues en él no se menciona la mayor parte de la actividad de Pablo, en particular, la evangelización de las ciudades vecinas de Efeso por un equipo que él animaba; véase la Introducción a los Efesios. Pablo sufrió mucho, incluso estuvo preso (Introducción a los Filipenses). Durante este período escribió su carta a los Gálatas y la primera carta a los Corintios. Pablo va a Macedonia (donde está Tesalónica) y a Grecia (en donde se detiene por un tiempo en Corinto). Siempre tiene en mente dirigirse a Roma, y desde Corinto escribe su carta a los Romanos.

[7] Lucas nos dice que la celebración tuvo lugar el día siguiente al sábado. Ese era ya nuestro domingo; se ve, pues, que los cristianos se han separado de los judíos, reemplazando el sábado por el día siguiente, el primer día de la semana, día de la resurrección de Jesús. De esa manera inscribían en su calendario el mayor acontecimiento de su fe. La reunión tiene lugar en una casa particular; véase los lugares en que Pablo habla de la «Iglesia que se reúne» en tal o cual familia (Rom 16,5; 16,14 y 15). Ese es el comienzo de la reunión cristiana que incluía el compartir, la instrucción, la oración, y que terminaba en la acción de gracias (o eucaristía) con la comunión del cuerpo de Cristo. Cada uno podía expresarse, pero, Pablo, como profeta y apóstol, tenía bastante que decir, ya fuera preparado o inspirado. ¿Qué pudo haber dicho?- Lee y cita los pasajes de las Escrituras que esclarecen la misión de Jesús y alcanzan todo su sentido gracias a él.- Muestra como el Espíritu de Cristo se ha manifestado en los diversos incidentes de su misión. Esta parte de la reunión se prolongaba, pues los profetas, incluido Pablo, tienen a veces la tendencia a eternizarse. Sin embargo no se podían separar sin terminar con la fracción del pan. Con la caída fatal de uno de los jóvenes de la asistencia, los participantes son testigos del poder de Dios sobre la muerte (véase 10,36).

[17] Pablo regresa a Palestina. Presiente o sabe por una revelación del Espíritu que está a punto de comenzar otra etapa de su vida, a saber, los años de prisión, y quiere despedirse de todos los responsables de las Iglesias de la provincia romana de Asia. No los conocía a todos, pues la evangelización de esa provincia había sido asegurada por el equipo de sus asistentes (20,4).Esos responsables son llamados presbíteros en el versículo 17, y supervisores (o «epíscopos», de donde viene «obispos») en el versículo 28; véase al respecto el comentario a Fil 1,1.Pablo da su propio ejemplo y a partir de él desarrolla las obligaciones de los pastores de la Iglesia (v. 28). Luego los invita a no encerrarse en su función de presidente o de administradores de la comunidad, sino que deben más bien prepararla para los tiempos difíciles. Les basta con que se comparen con Pablo para ver los sacrificios que le exige su trabajo apostólico; ¿pueden pues ellos descansar sin más en un apóstol o en cualquier otro fuera de ellos y que deba enfrentar los problemas por ellos? En los versículos 33-35 Pablo recuerda la renuncia de Samuel (1 Sam 12,3): ¡cuán rápidamente llega uno a hacerse servir o a servirse en cualquier trabajo, aun apostólico! En los versículos 28-30 anuncia las divisiones y las herejías en la Iglesia, tema que será continuado en las Cartas Pastorales (2 Tim 3,1-9). Estamos acostumbrados a ver a los cristianos divididos. Para Pablo eso era inconcebible. Cuando habla de «las Iglesias de Cristo» (Rom 16,4 y 16; 1 Cor 4,17; 11,16) sólo piensa en comunidades que comulgan entre ellas y que aceptan sin discusión la misma fe y tradición de los apóstoles. Pablo hace alusión a lo que le espera, pues no podemos pretender otra cosa que seguir a Cristo, quien adquirió a su Iglesia por su propia sangre. Un servidor de la Iglesia sólo tendrá verdadero reposo y retiro en el cielo: 20,32.

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