Hechos 7, 1 - 60
[1] Entonces el sumo sacerdote le preguntó: «¿Es verdad lo que dicen?» [2] Esteban respondió: «Hermanos y padres, escúchenme: El Dios glorioso se apareció a nuestro padre Abrahán mientras estaba en Mesopotamia, antes de que fuera a vivir a Jarán. [3] Y le dijo: "Deja tu país y tu parentela y vete al país que te indicaré." [4] Entonces abandonó el país de los caldeos y se estableció en Jarán. Después de la muerte de su padre, Dios hizo que se trasladara a este país en que ustedes habitan ahora. [5] Y no le dio en él propiedad alguna, ni siquiera un pedacito de tierra donde poner el pie, sino que le prometió dárselo en posesión a él y a su descendencia después de él. Se lo dijo a pesar de que no tenía hijos. [6] Dios le habló así: "Tus descendientes vivirán en tierra extranjera y serán esclavizados y maltratados durante cuatrocientos años. [7] Pero yo pediré cuentas a la nación a la que sirvan como esclavos. Después saldrán y me darán culto en este lugar. [8] Luego hizo con él el pacto de la circuncisión. Y así, al nacer su hijo Isaac, Abrahán lo circuncidó al octavo día. Lo mismo hizo Isaac con Jacob, y Jacob con los doce patriarcas. [9] Los patriarcas se pusieron celosos de José, hasta que lo vendieron, y fue llevado a Egipto. Pero Dios estaba con él [10] y lo libró de todas sus tribulaciones; le concedió sabiduría y lo hizo grato a los ojos de Faraón, rey de Egipto, quien lo nombró gobernador de Egipto y de toda su casa. [11] Sobrevino el hambre por toda la tierra de Egipto y de Canaán, y la miseria fue tan enorme que nuestros padres no encontraban qué comer. [12] Al enterarse Jacob de que había trigo en Egipto, mandó allí a nuestros padres una primera vez. [13] La segunda vez José se dio a conocer a sus hermanos y así Faraón conoció a la raza de José. [14] Luego José mandó buscar a su padre Jacob con toda su familia, que se componía de setenta y cinco personas. [15] Jacob entonces bajó a Egipto, donde murió él, y más tarde también nuestros padres. [16] Sus cuerpos fueron llevados a Siquem y descansan en la tumba que Abrahán había comprado en Siquem a los hijos de Hamorpor cierta suma de plata. [17] Ya se iba acercando el tiempo de la promesa que Dios había hecho a Abrahán; el pueblo creció y se multiplicó en Egipto, [18] hasta que llegó otro rey a Egipto que no había conocido a José. [19] Este rey, actuando con astucia contra nuestra raza, obligó a nuestros padres a que abandonaran a sus hijos recién nacidos para que no tuvieran más familia. [20] Fue en ese tiempo cuando nació Moisés, al que Dios amaba. Durante tres meses fue criado en la casa de su padre, [21] y cuando tuvieron que abandonarlo, la hija de Faraón lo recogió y lo crió como hijo suyo. [22] Así Moisés fue educado en toda la sabiduría de los egipcios, [23] y llegó a ser poderoso en sus palabras y en sus obras. Tenía cuarenta años cumplidos cuando sintió deseos de visitar a sus hermanos, los israelitas. [24] Al ver cómo uno de ellos era maltratado, salió en defensa del oprimido y mató al egipcio. [25] ¿Comprenderían sus hermanos que Dios lo enviaba a ellos como un libertador? Moisés lo creía, pero ellos no lo entendieron. [26] Al día siguiente vio a dos israelitas que se estaban peleando y trató de pacificarlos diciéndoles: "Ustedes son hermanos, ¿por qué se hacen daño el uno al otro?" [27] Pero el que maltrataba a su compañero lo rechazó diciendo: [28] "¿Quién te ha nombrado jefe y juez sobre nosotros? ¿Quieres matarme a mí como hiciste ayer con el egipcio?" [29] Al oír esto Moisés huyó y fue a vivir en la tierra de Madián, donde tuvo dos hijos. [30] Pasados cuarenta años se le apareció un ángel en el desierto del monte Sinaí en la llama de una zarza que ardía. [31] Moisés quedó perplejo ante esta visión y, al acercarse para mirar, oyó la voz del Señor: [32] «Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob.» Moisés sintió tanto miedo que no se atrevía ni a mirar. [33] Pero el Señor le dijo: «Quítate las sandalias, porque el lugar que estás pisando es tierra santa. [34] He visto cómo maltratan a mi pueblo en Egipto, he oído su llanto y he bajado para liberarlo. Y ahora ven, que te voy a enviar a Egipto.» [35] A este Moisés, al que rechazaron diciendo: "¿Quién te nombró jefe y juez?", Dios lo envió como jefe y libertador, con la asistencia del ángel que se le apareció en la zarza. [36] Y los hizo salir de aquel país, realizando prodigios y señales en Egipto, en el mar Rojo y en el desierto durante cuarenta años. [37] Este Moisés es el que dijo a los israelitas: «Dios les dará un profeta como yo de entre sus hermanos.» [38] Este es el que estaba con nuestros padres en la asamblea del desierto, con el ángel que le hablaba en el Monte Sinaí, y el que recibió las palabras de vida para comunicárselas a ustedes. [39] Nuestros padres no quisieron obedecerle, lo rechazaron y pensaron volverse a Egipto. [40] Incluso dijeron a Aarón: "Danos dioses que vayan delante de nosotros, porque no sabemos qué ha sido de este Moisés que nos sacó de Egipto." [41] Y fabricaron en aquellos días un becerro, ofrecieron sacrificios al ídolo y festejaron la obra de sus manos. [42] Entonces Dios se apartó de ellos y dejó que adoraran a los astros del cielo, como está escrito en el Libro de los Profetas: "¿Acaso me ofrecieron ustedes víctimas y sacrificios durante cuarenta años en el desierto? [43] Más bien llevaban con ustedes la tienda de Moloc y la estrella del dios Refán, imágenes que ustedes mismos se fabricaron para adorarlas. Por eso yo los desterraré más allá de Babilonia." [44] Nuestros padres tenían en el desierto la Tienda del Testimonio; el que hablaba a Moisés le había ordenado que la fabricara según el modelo que había visto. [45] Después de recibirla, nuestros padres la introdujeron, al mando de Josué, en la tierra conquistada a los paganos a quienes Dios expulsó delante de ellos. Esto duró hasta los días de David. [46] David agradó a Dios y quiso darle un lugar donde descansara entre los hijos de Jacob. [47] De hecho fue Salomón quien le edificó un templo. [48] En realidad, el Altísimo no vive en casas fabricadas por manos de hombres, como dice el Profeta: [49] El cielo es mi trono y la tierra el apoyo de mis pies. ¿Qué casa me podrían edificar?, dice el Señor. ¿Cuál sería el lugar de mi descanso? [50] ¿No fui yo quien hizo todas estas cosas? [51] Ustedes son un pueblo de cabeza dura, y la circuncisión no les abrió el corazón ni los oídos. Ustedes siempre resisten al Espíritu Santo, al igual que sus padres. [52] ¿Hubo algún profeta que sus padres no hayan perseguido? Ellos mataron a los que anunciaban la venida del Justo, y ustedes ahora lo han entregado y asesinado; [53] ustedes, que recibieron la Ley por medio de ángeles, pero que no la han cumplido.» [54] Al oír este reproche se enfurecieron y rechinaban los dientes de rabia contra Esteban. [55] Pero él, lleno del Espíritu Santo, fijó sus ojos en el cielo y vio la gloria de Dios y a Jesús a su derecha, [56] y exclamó: «Veo los cielos abiertos y al Hijo del Hombre a la derecha de Dios.» [57] Entonces empezaron a gritar, se taparon los oídos y todos a una se lanzaron contra él. Lo empujaron fuera de la ciudad y empezaron a tirarle piedras. [58] Los testigos habían dejado sus ropas a los pies de un joven llamado Saulo. [59] Mientras era apedreado, Esteban oraba así: «Señor Jesús, recibe mi espíritu.» [60] Después se arrodilló y dijo con fuerte voz: «Señor, no les tomes en cuenta este pecado.» Y dicho esto, se durmió en el Señor.
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