Números 11

[1] El pueblo murmuró malvadamente a los oídos de Yavé. Yavé lo oyó y se enojó: se encendió el fuego de Yavé contra el pueblo y devoró las primeras tiendas del campamento. [2] Entonces el pueblo le suplicó a Moisés. Moisés intercedió ante Yavé y el fuego se apagó. A ese lugar se le dio el nombre de Tabera porque se había encendido contra ellos el fuego de Yavé. [4] El montón de gente extraña que se encontraba en medio de los Israelitas sólo pensaba en comer, y hasta los mismos israelitas se pusieron a quejarse. Decían: "¿Quién nos dará carne para comer?" [5] ¡Cómo echamos de menos el pescado que gratuitamente comíamos en Egipto, los pepinos, melones, porros, cebollas y ajos. [6] Ahora tenemos la gargante seca, y no hay nada, absolutamente nada más que ese maná en el horizonte! [7] El maná era como la semilla del cilantro, se parecía a un manojo de malvavisco. [8] La gente del pueblo se dispersaba para recogerlo, luego lo molían entre dos piedras o lo machacaban en un mortero. Después lo cocían en una olla y hacían con él tortillas. Su sabor era parecido al de una tortilla con aceite. [9] Por la noche, apenas caía el rocío sobre el campamento, caía también el maná. [10] Moisés oyó que el pueblo lloraba, cada familia a la entrada de su tienda, mientras ardía la cólera de Yavé. Moisés se afectó mucho por eso. [11] Le dijo a Yavé: "¿Por qué tratas tan mal a tu servidor? ¡No me has hecho ningún favor al imponerme la carga de todo este pueblo! [12] ¿Soy yo acaso quien lo dio a luz para que me digas: Llévalo en tu seno, como la nodriza lleva a su bebé, al país que prometiste bajo juramento a nuestros padres? [13] Todo el pueblo viene a mí para decirme: ¡Danos carne, queremos comerla! Pero, ¿de dónde voy a sacar carne para dársela? [14] ¡No puedo conducir solo a todo este pueblo, es demasiado peso para mí! [15] Si así es como me quieres tratar, mejor mátame, te lo ruego; con eso me harías un favor y me vería libre de esta desgracia!" [16] Yavé le respondió a Moisés: "Júntame setenta ancianos de Israel, hombres de los que sabes que son ancianos y escribas de su pueblo, y llévalos a la Tienda de las Citas. Que se paren a tu lado. [17] Bajaré y hablaré contigo; luego tomaré de mi espíritu que está en ti y se lo pondré a ellos. Llevarán contigo la carga del pueblo y ya no tendrás que llevarla solo. [18] Dirás al pueblo: Santifíquense para mañana, comerán carne ya que vinieron a llorar a los oídos de Yavé. Pues ustedes dijeron: ¿Quién nos dará carne para comer? ¡Estábamos tan bien en Egipto! Yavé les dará carne y la comerán. [19] La comerán no sólo uno o dos, o siquiera cinco, diez o veinte días, [20] sino todo un mes, hasta que les salga por las narices y sientan asco de ella. Porque menospreciaron a Yavé que está en medio de ustedes cuando vinieron a llorar ante él, diciéndole: ¿Por qué salimos de Egipto?" [21] Moisés dijo: "El pueblo al que pertenezco consta de seiscientos mil hombres de a pie, y tú dices: ¿¡Les voy a dar carne y la comerán todo un mes!? [22] Si se mataran para ellos rebaños de ovejas y de bueyes, ¿tendrían bastante? Si se recogieran para ellos todos los pescados del mar, ¿sería suficiente? [23] Yavé le dijo a Moisés: "¡Así que la mano de Yavé es muy corta! Ahora verás si mi palabra se cumple o no". YAVÉ DA SU ESPÍRITU A LOS JEFES DE ISRAEL [24] Moisés salió y transmitió al pueblo las palabras de Yavé: Reunió a setenta hombres de entre los ancianos del pueblo, que se pusieron de pie alrededor de la Tienda. [25] Entonces Yavé bajó en la nube y habló, luego tomó del espíritu que estaba en Moisés y lo puso en los setenta hombres ancianos. Cuando el espíritu se posó sobre ellos, se pusieron a profetizar, pero después no lo hicieron más. [26] Dos hombres se habían quedado en el campamento, el primero se llamaba Eldad y el otro, Medad; el espíritu se posó sobre ellos. Pertenecían a los inscritos, pero no habían ido a la Tienda, y profetizaron en el campamento. [27] Un muchacho corrió para anunciárselo a Moisés:"Eldad y Medad están profetizando en el campamento". [28] Josué, hijo de Nun, servidor de Moisés desde su juventud, tomó la palabra: "¡Mi señor Moisés, prohíbeselo! [29] Pero Moisés le respondió: "¿Así que te pones celoso por mí?¡Ojalá que todo el pueblo de Yavé fuera profeta, que Yavé les diera a todos su espíritu!" [30] Después de eso,Moisés regresó al campamento junto con los ancianos de Israel. [31] Empezó a soplar un viento: venía de Yavé. El viento venía del mar y arrastraba codornices, las que dispersó por el campamento y sus alrededores hasta un día de camino. Las había por todo el derredor del campamento formando una capa de dos codos. [32] El pueblo se levantó, y toda esa noche y todo el día siguiente se dedicó a recoger codornices. El que menos tenía había juntado diez grandes medidas. Las pusieron a secar alrededor del campamento. [33] Pero aún tenían la carne entre los dientes, y todavía no terminaban de masticarla, cuando la cólera de Yavé se encendió contra el pueblo. Yavé le asestó al pueblo un golpe tremendo. [34] A ese lugar se le dio el nombre de Quibrot-ha-taava, porque allí fueron enterrados los que se habían lanzado como hambrientos sobre la comida. [35] De Quibrot-ha-taava partió el pueblo para Jaserot.

[1] Aquí empieza una serie de tradiciones antiguas que formarán lo esencial de los capítulos 11-14. En esta sección imprimimos en letras corrientes estos relatos antiguos y reservamos la letra cursiva para las partes que se deben a los sacerdotes redactores del libro de los Números.En este cap. se juntan dos tradiciones:Una referente a las codornices y el Maná, parecida al de Exodo 16.Otra, sobre el don del «Espíritu de Yavé» a los ancianos, o sea, a los jefes de Israel.

[24] El primer conocimiento que los israelitas tuvieron del Espíritu de Dios, lo sacaron de la actuación de los profetas. Estos eran hombres que sabían algo de los secretos de Dios, hombres a quienes Dios participaba algo de su sabiduría, hombres que en ciertas ocasiones disponían de una fuerza irresistible. Por su actuación, los israelitas comprendieron que Dios comunicaba su espíritu a manera de un viento violento e imprevisto (en hebreo la misma palabra significa espíritu y viento). Ver al respecto 1 Sam 10,1-13 y 19,18-14.Este relato nos enseña que son muy diversas las actuaciones del Espíritu (ver 1 Cor 12 y 14). Una cosa es decir y hacer cosas extrañas, hablar en lenguas, etc. Otra cosa, más importante, es el haber recibido el cargo de dirigir y de enseñar al pueblo de Dios. De Moisés, representante de Dios (que no hablaba en lenguas ni profetizaba con trances), el Espíritu se derrama sobre los inspirados.El suceso de Eldad y Medad muestra que no siempre Dios comunica su espíritu a través de los canales oficiales. Bien es cierto que Eldad y Medad estaban en la lista, pero no estaban junto a Moisés. Así, pues, las autoridades del pueblo de Dios no deberán extrañarse si el Espíritu se comunica a veces allí donde ellos no están o sin pedirles permiso: éste será el caso de Cornelio (He 10) y de Pablo (He 9).Ojalá que todo el pueblo recibiera el Espíritu de Dios y profetizara (29) (ver Joel 3,1 y Hechos 2,17).

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