Números 35, 1 - 34

LA PARTE DE LOS LEVITAS [1] Habló Yavé a Moisés en las estepas de Moab, cerca del Jordán, a la altura de Jericó, y le dijo: [2] «Manda a los hijos de Israel que cedan a los levitas, algunas ciudades de la herencia que les pertenece, con lugares de pastoreo alrededor, para que puedan habitarlas. [3] Los levitas vivirán en esas ciudades y sus pastos serán para todos sus animales y sus pertenencias. [4] Los pastos se extenderán hasta quinientos metros alrededor de las ciudades que entreguen a los levitas, a contar desde las murallas. [5] Estos pastos formarán un cuadrado de mil metros: mil metros al occidente, mil al sur, mil al oeste y mil metros al norte; la ciudad estará al centro. Estos serán los pastos propios de las ciudades de los levitas. [6] Ustedes les darán cuarenta y dos ciudades además de las seis ciudades de asilo, en las que se podrá refugiar el que haya ocasionado la muerte de una persona. [7] Las ciudades que darán a los levitas será cuarenta y ocho en total, todas ellas con sus lugares de pastoreo. [8] Estas ciudades se tomarán de la herencia de los hijos de Israel, tomando más del que tiene más, y menos del que tiene menos; cada tribu dará ciudades a los levitas en proporción a la herencia que le haya tocado LAS CIUDADES DE ASILO PARA LOS HOMICIDAS INVOLUNTARIOS [9] Yavé dijo a Moisés: [10] «Di a los hijos deIsrael: Cuando pasen el Jordán hacia la tierra deCanaán, [11] elegirán ciudades de las que harán ciudades de refugio. En ellas se refugiará el que dio muerte a una persona sin intención. [12] Esas ciudades le servirán de refugio contra el vengador de la sangre, para que no sea muerto antes de haber sido juzgado por la comunidad. [13] Ustedes se reservarán seis ciudades de asilo: [14] tres al otro lado del Jordán y tres en el país de Canaán, que pasarán a ser ciudades de asilo [15] tanto para los hijos de Israel como para el forastero y para el que está en medio de ustedes, para que todo aquel que haya dado muerte involuntariamente a una persona se pueda refugiar en ellas. [16] Si alguno ha herido a otro con un instrumento de hierro, y éste muere, es un asesino y debe morir. [17] Si lo ha herido con un arma de piedra que tenía en la mano, y el otro muere, es un asesino y debe morir. [18] Si lo hiere con un arma de madera, y el otro muere, es un asesino y debe morir. [19] El mismo vengador de la sangre dará muerte al asesino en cuanto lo encuentre. [20] Si alguien ha herido a su víctima por odio, o le ha lanzado algo con maldad, causándole la muerte, [21] o si, por maldad, lo ha golpeado con las manos causándole la muerte, es un asesino y debe morir. El vengador de la sangre dará muerte al asesino en cuanto lo encuentre. [22] Pero si lo hirió por inadvertencia y sin enemistad, o si le lanzó cualquier objeto sin mala intención, [23] o si le tiró sin verlo una piedra, sin tenerle enemistad ni querer dañarlo, y el otro muere, [24] la comunidad juzgará entre el homicida y el vengador de la sangre según estas normas. [25] Salvará a este hombre de la mano del vengador de la sangre y lo hará volver a la ciudad de asilo en la que se refugió. Allí vivirá hasta la muerte del sumo sacerdote ungido con el óleo santo. [26] Pero si el hombre ha salido de los límites de la ciudad de asilo en la que se ha refugiado, [27] y el vengador de la sangre lo encuentra fuera del límite de su ciudad de asilo, podrá matar al homicida, sin que le pidan cuenta por esa sangre. [28] Porque aquél debía permanecer en su ciudad de asilo hasta la muerte del sumo sacerdote. El homicida no volverá a su propiedad antes de que haya muerto el sumo sacerdote. [29] Estas serán normas de derecho para ustedes y para sus descendientes, dondequiera que vivan. [30] En cualquier caso de homicidio, se dará muerte al asesino, según declaración de los testigos, pero un solo testigo no bastará para condenar a muerte a una persona. [31] No aceptarán rescate por un asesino, pues debe morir. [32] Tampoco aceptarán rescate del que se ha refugiado en una ciudad de asilo y quiere volver a vivir en su tierra antes de que muera el sumo sacerdote. [33] Cuídense de no profanar la tierra en que están; sepan que la sangre es lo que profana la tierra, y la tierra no queda expiada de la sangre derramada más que con la sangre del que la derramó. [34] No hagan impura la tierra en que viven, y en medio de la cual moraré, pues yo, Yavé, tengo mi morada entre los hijos de Israel.»

[9] Estas leyes sobre las ciudades de refugio se parecen a las comentadas en Deut 19,1.

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